El cuarto parado de izquierda a derecha Alberto Montaña con el Club Social y Deportivo Guaviyú campeón
La
vida es apenas, quizás un pasaje previo hacia ese mundo de la
sabiduría, hacia esa eternidad, hacia el mundo espiritual que
intentamos encontrar
en la tierra sin tantos éxitos, la vida es como dijo un pensador,
son las vacaciones de la muerte. La muerte sigilosa mensajera asesina
que deambula por la tierra con sus armas diferentes (sida, cáncer,
violencia, hambre y tantas otras destructivas) también nos cobró
con la vida a este hincha. Nada hubiésemos escrito si no fuera tan
cercano. De estas ocurren millones en el mundo y quizás cuando
termine de escribir esta breve despedida hayan fallecido quien sabe
cuantos.
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La
gran diferencia, es que es de nuestro pequeño mundo, país, pero
sobre todo de la familia de la “franja”.
Aunque
a este lugar hemos
convenido en llamarlo Quebracho y hemos logrado mantenerlo con la
categoría de Villa, aunque con este señor homenajeado hayamos hecho
méritos bastante para considerarlo ciudad. No se si en algo hubiese
cambiado morir en la villa o en la ciudad. Lo importante hubiese sido
haber legado otras perspectivas para los más jóvenes. Alberto
estuvo allí con sus ideas en la Comisión del Centenario de
Quebracho aportando mucho, no solo desde allí sino desde varios
lugares, con un papel humilde pero con un trabajo centrado y
arduo. Lo demostró por los lugares por donde pasó dejando su
sello de distinción y
ni que hablar por Deportivo Guaviyú.
La
institución fue casi como su hermana, nació casi con el y su padre
fuE uno de los tantos fundadores.
Montaña
el segundo parado de izquierda a derecha integrando la Comisión del
Centenario de Quebracho
Nuestros
primeros recuerdos fueron en la veterinaria de Lindolfo Salto donde
fue el asesor contable. Aun ciento el olor del aserrín desparramado
en el piso de aquel local que hoy ocupa el CPH. Pero si hay que
volver al pasado muchas son las narraciones que evocan al
personaje. Hijo de uno de los fundadores del Club Social y
Deportivo Guaviyú, como lo fue don Manuel Montaña, llegó a
Quebracho desde el campo a romper con la rutina de la localidad y a
marcar tendencia. Su presencia fue muy considerada por las damas de
la época y fue motivo de celos de los varones. Su tenacidad,
perseverancia y mas que nada disfrute por el juego del casin le
valieron el apodo de "Panza verde" es que no hubo rival que
lo desafiara por el gusto de jugar con "el mejor taco de
Quebracho", como ha sido considerado por los timberos del casin,
inclusive se destacó en el juego de pool, donde aparecía los
últimos años con su taco “desarmable”.
Desde
aquella época de juventud lo acompaña Magela Anchorena, su mujer,
trabajadora incansable, que con su sencillez no le ha temido a los
trabajos mas duros y es el claro ejemplo de aquella frase que dice
que detrás de un gran hombre hay una gran mujer. Aun no olvido la
frase de esta mujer posterior a mi operación de vesícula: "al
"Panza" lo operaron y a los pocos días estaba comiendo
buseca y no le hizo nada". Claro que siento una especie de
miedo, quizás las consecuencias llegaron más tarde.
Con
ella formaron una familia que quedó constituida por su hijo Mauro,
jugador de Boston River pero que para honrar a su padre jugo un par
de años en Guaviyú, buen futbolista, y la creativa maestra del
Jardín 109, Gianna.
Suelo
recordarlo al "Panza", tal como quedó abreviado el apodo,
por su trabajo cuidadoso, prolijo, sereno y muy metódico en el Banco
República de nuestra localidad. De allí registro imágenes
ordenando un pilón de papeles. Seguramente que de la misma manera
que disfrutaba de la pintura y el diseño de letras. Los primeros
carteles de las empresas y publicidades fueron pintados y
confeccionados por su manos. Integró la comisión de la ambulancia
de nuestra localidad durante varios años con logros importantes para
la policlínica inclusive.
Personaje
integro que no tuvo problemas para relacionarse con la gente, es más,
menos aun con los bolicheros y el entorno de un bar. Es allí donde
los quebrachenses guardan sus mejores recuerdos porque lejos del
cuidadoso, prolijo y sereno "Panza" se despertaba la pasión
por vivir la vida con alegría. Muchas frases quedarán colgadas de
este lado del mostrador, apuradas por algún vaso de mas que nuestro
personaje entrañable imprimió y nos regaló en su pasaje. En el Bar
como telón de fondo fue el artista principal ante numeroso público
que lo idolatraba, con mucha sagacidad humorística solía ofuscar a
mas de uno utilizando frases elocuentes.
Siempre participó en lugares estratégicos y cargos de confianza, lo solíamos encontrar en alguna institución detrás de una caja de cobranzas, en el fútbol, como liquidador de remates en las pistas de carreras de caballos de todo el interior del departamento e inclusive en el Hipódromo San Félix.
Durante el 2003 acudí a su memoria para escribir nuestro primer trabajo sobre los 50 años de Guaviyú, no recuerdo si gravé aquella entrevista, estoy seguro que tengo varias hojas escritas, lo cierto es que hubo interesantes aportes.
Fue pierna para la rueda de truco y fue al primero que vi fumando pipa por la villa, aunque se que antes estuvo, entre otros, aquel recordado personaje: Macacho Lorenzo.
Nuestra
tierra ha dado como frutos a grandes hombres y mujeres para nuestra
localidad. Si nadie escribe sobre ellos es muy posible que sus
historias se pierdan en un presente lleno de demasiados olvidos.
Recordar, valorar y reconocerlos es un merito que, desde nuestro
humilde lugar de pseudo escritor, a quienes nos seduce tanto la
escritura y la historia nos parece que es una obligación hacerlo. No
es algo que merezca esfuerzo, lo hacemos con la pasión de darles un
derecho en la historia y de reconocer que su trabajo no ha sido en
vano ni pasó a formar parte del olvido y que ha sido mas que
meritorio.
El
premio, que es también el mejor logro de Alberto, fue el que recibió
en Montevideo junto a AJUPEQUE, otorgado por el Centro
Latinoamericano de Desarrollo (CELADE) es de alguna manera,
simbólicamente un premio a su trayectoria y a la de la institución
que lideró durante estos últimos años que le merecieron la
distinción como premio Nacional a la Excelencia Ciudadana.
Si
en estos 66 años de Guaviyú se nos pianta un lagrimón timido
desparramadolo al viento de nuestra villa se debe a que hoy sabremos
que fue mejor acumular espiritus eternos por allá que haberlo visto
sufrir ante peores condiciones, así son las crueles enfermedades que
nos azotan por este mundo y no se detienen a mirar cuanto uno ha
hecho en pos de la salud, como lo hizo Montaña.
La
muerte no entiende de sentimientos, ni de nietos posteriores que no
podrán ser disfrutados, vaya si lo sabré personalmente. La
muerte viene a mostrarnos cuan limitados somos, a demostrarnos y
enseñarnos que depende del grado de compromiso con nuestro entorno,
con nuestra gente, del grado de solidaridad que hemos manifestado en
vida pues de ellas dependerá el grado de eternidad con el que
gozaremos en la memoria colectiva de nuestra gente.
Este
pasaje a la espiritualidad viene a mostrarnos que quienes son
recordados como abanderados de la bondad serán también los
abanderados de los mitos y las leyendas con los que vivirán y se
reconstruirán las instituciones. Ellos serán los pilares básicos y
los valores esenciales que heredarán las posteriores generaciones y
que está en ellos mantenerlos, reconstruirlos, revalorarlos y
honrarlos por sus memorias.
Deportivo
Guaviyú estará eternamente agradecido. GRACIAS ALBERTO PANZA
MONTAÑA!!!